El cuidado del ambiente es de gran importancia. Ya que todos los seres vivos formamos parte de él, y alterarlo pone en riesgo la supervivencia de distintas formas de vida.
Los desechos
sólidos que generamos diariamente contaminan el ambiente, pero se pueden tomar
medidas para disminuir este problema, como clasificarlos y separarlos para que
puedan tener un segundo uso.
La mayor parte de
nuestros desechos se puede aprovechar si los separamos en orgánicos e inorgánicos.
La mayor parte de
los desechos inorgánicos es reciclable; por ejemplo, los objetos de vidrio se
pueden fundir para hacer otros objetos; lo mismo se puede hacer con algunos
desechos metálicos.
El reciclaje
es una práctica que ayuda a evitar que se agoten los recursos naturales. Todo
lo anterior no es posible si tiramos todos los desechos en un mismo contenedor;
ya que hay que separarlos.
Una práctica muy
eficiente son las “tres erres”: reducir, reusar y reciclar.
Reducir significa disminuir el consumo de
productos y servicios.
Reusar significa volver a utilizar. Antes de
desechar algún producto, considera que si está en buen estado se puede usar
otra vez.
Reciclar significa que algunos materiales de los
desechos pueden procesarse para hacer otros productos. Por ejemplo, el vidrio es
un material completamente reciclable, ya que se puede fundir muchas veces y
hacer una gran diversidad de objetos sin que pierda sus propiedades.
Poner en práctica
las “tres erres” hará que duren más recursos naturales y que nuestras
actividades dañen menos el planeta.
Por otro lado,
una de las formas de reintegrar los desechos orgánicos a la naturaleza es la
elaboración de composta; así se genera menos basura.
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